Segundas partes nunca fueron buenas. Éste manido cliché existe por una razón, y es que suele ser verdad. Por supuesto existen honrosísimas excepciones, pero en general refleja una realidad indiscutible. Los Vengadores: la era de Ultron es exactamente todo lo que debería ser una secuela que quisiera hacer bueno el dicho. Más grande que su predecesora y, paradójicamente, también menos ambiciosa. Menos ambiciosa porque es el tipo de secuela que, consciente de lo bien que funcionó la primera parte, prefiere no romper nada y construir encima de lo ya existente. El resultado es un producto confuso, un reflejo deforme y excesivo de una primera entrega bastante más aceptable en todos los aspectos.
Ultron, el nuevo gran villano.
Las grandes superproducciones como Los Vengadores tienen un objetivo en mente: ser un buen espectáculo. Pero cuando ese espectáculo falla queda poco o nada que salvar de la cinta. Ese es el gran problema de la película, que hay tal exceso de personajes que tanto el pobre guión como las secuencias de acción se ven sometidas a la confusión más absoluta. Para haceros una idea, explicar que en la nueva entrega de la megafranquicia de Los Vengadores no solo aparecen los seis héroes de la primera parte sino que se le suman Máquina de Guerra (Don Cheadle) de la subserie Iron Man que lo comenzó todo, Nick Furia (Samuel L. Jackson) y Maria Hill (Cobie Smulders) de la extinta S.H.I.E.L.D., Heimdall (Idris Elba) y Erik (Stellan Skarsgard) de la franquicia de Thor, Peggy Carter (Hayley Atwell) y Sam Wilson (Anthony Mackie) de Capitán América y tres nuevos Vengadores que se estrenan en ésta nueva película. Hay tantísimo ruido por todas partes con tantos personajes y caras conocidas corriendo, gritando, bromeando y pegando que es difícil que no nos de dolor de cabeza viendo la película. Entiendo la necesidad de dejar claro que Los Vengadores es más que una saga y que está intrincado en una serie gigantesca de películas individuales y colectivas, pero la mayoría de personajes están para copar minutos de pantalla y su uso es puramente anecdótico. Y digo anecdótico por no decir innecesario y molesto. De hecho, la única secuencia de acción como tal que es digna de ser mencionada es el combate entre Iron Man y Hulk, donde solo los dos personajes se dan de tortas en medio de una ciudad. Si bien los chistes constantes de Tony Stark (Robert Downey Jr.) arruinan el momento de poder ver a un Hulk furioso y descontrolado en una zona urbana, es con diferencia la pelea mejor llevada de todas.
Los Vengadores: la era de Ultron comienza en un momento indeterminado después del final de Capitán América: el Soldado de Inverno, con el equipo encabezado por el susodicho Capitán (Chris Evans) atacando a Hydra en busca del cetro de Loki (Tom Hiddleston, que no hace acto de aparición) que tantos problemas les dio en la primera película de Los Vengadores. Sin S.H.I.E.L.D. para asistirles tras su caída, el equipo se ha convertido en una especie de policía mundial, con las armaduras de Tony Stark “pacificando” a una población que los odia por opresores. Durante su incursión en el país de Sokovia Iron Man ve, gracias a los poderes de una aliada de Hydra llamada Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), todos sus miedos hechos realidad: sus amigos muertos y la Tierra siendo atacada por los chitauri a través del agujero negro por el que él mismo estuvo a punto de morir en Los Vengadores. Turbado por la visión decide poner en marcha un plan para crear una inteligencia artificial llamada Ultron que proteja el mundo, pero un error de programación provoca que ésta tome consciencia de sí misma sin la debida preparación y llegue a la conclusión de que el único modo para salvar el mundo es matando a Los Vengadores y, ya de paso, a la humanidad entera.
Decía que Wanda hacía ver los miedos a Tony Stark, pero lo cierto es que nunca termina de quedar claro si son simples juegos mentales o visiones con verdadero significado, especialmente por los efectos que tiene sobre Thor. El caso es que los poderes de Wanda, sean cuales sean, sirven como catalizador para la película del mismo modo que La Visión (Paul Bettany) sirve como Deus ex Machina (y nunca mejor dicho) para varias tramas abiertas en la serie. Respecto al ruído generado por el exceso de personajes, éste queda meridianamente claro cuando, tras una introducción bastante larga, parece que Joss Whedon tiene prisa por dejar claro lo malo que es Ultron (con la voz en versión original de James Spader) y zanjan el asunto en cuestión de minutos tras su aparición. Y lo peor es que nada de lo que hace resulta ser excesivamente amenazador. Bueno, maticemos: el plan de Ultron es destruir toda la humanidad y supuestamente está cerca de conseguirlo pero la verdad es que la película no consigue darnos sensación de urgencia, quizás por el exceso de chascarrillos, personajes, explosiones y tonterietas que hace que perdamos (y pierda la propia película) foco de lo importante. Que Ultron como villano tenga tan poco carisma a pesar de esos intentos de convertirlo en una especie de reflejo maligno de Tony Stark termina de chafar la película, que se encuentra con un enemigo bastante plano al mando de un ejército de carne de cañón que cae con un par de flechas mal tiradas a pesar de estar basados en las poderosas armaduras de Iron Man. Ultron es un villano que no puede ni con el Capitán América, ni con Iron Man, ni con Thor (Chris Hemsworth), ni con La Visión cuando se enfrenta a ellos uno a uno. No es una amenaza como individualidad ni como colectivo, y la película tampoco se esfuerza en hacernos creer lo opuesto.
El conflicto entre los héroes queda aparcado para futuras entregas.
Pero todos sabemos que tanto el villano como los combates son solo una parte de las películas de Los Vengadores, y que donde está la chicha es en los personajes principales y en sus interacciones entre ellos. En ésta entrega Los Vengadores ya han sido presentados a los espectadores no solo en las películas individuales de cada uno sino como grupo, y sus relaciones y personalidades están muy definidas. La era de Ultron aprovecha para intentar ahondar en éstas. Las tensiones entre personajes, que ya vimos en la primera reunión, siguen existiendo en la secuela aunque con un cáriz más amistoso, de amigos que saben que tienen diferencias insalvables que prefieren evitar tocar. Desgraciadamente aunque la cinta abre nuevas direcciones respecto a las relaciones personales de los personajes lo cierto es que ninguna de esas tramas terminan de desarrollarse como merecen, y es una pena porque se nota que hay buenas ideas detrás de las mismas. El principal problema es que ésta película tiene la necesidad imperiosa de poner las piezas en su sitio para la tercera y última fase del universo Marvel en el cine, y de esa manera varias tramas que presentan quedan inconclusas y olvidadas en un cajón hasta que otra película se haga cargo de la misma. Es el caso del enfrentamiento entre el Capitán América y Iron Man por la creación de Ultron, que queda aparcado durante el resto de la película porque será en la tercera película dedicada al Capitán América donde éstas tensiones llegarán a su punto culminante. Lo mismo puede decirse de Thor, personaje infrautilizado e infradesarrollado tanto en las películas colectivas como individuales, y de sus visiones proféticas acerca de la muerte de los suyos, pero dado que la tercera cinta del asgardiano se subtitulará Ragnarok -nombre del fin del mundo según las religiones nórdicas- es fácil suponer que ésta historia también se desarrollará en otra parte. Es muy triste que lo mejor de Los Vengadores: la era de Ultron sea la promesa de lo que vendrá, en lugar de lo que se nos ofrece en la propia unidad narrativa de la cinta.
Los Vengadores: la era de Ultron fracasa como secuela de uno de los mayores éxitos de taquilla de la historia. Demasiados personajes innecesarios, demasiadas tramas inconclusas, un villano poco atractivo tanto en lo personal como durante las secuencias de acción, una épica de baratillo y una historia poco imaginativa donde nunca llegamos a tener ni remotamente la impresión de que pueda pasar algo interesante.
